Los sistemas de evaluación institucionales en Colombia nacen de la autonomía que les dio el decreto 1290 de promoción de estudiantes, pero será que los colegios, padres de familia y estudiantes estaban preparados para semejante responsabilidad?
Con el decreto 1290 se involucra el concepto de autonomía, pero de la misma manera se colocó el arma en la nuca de las instituciones debido a que esta ley guarda un doble sentido perverso para el sistema educativo; primero que todo se dan libertades no reguladas pero el decreto bien lo dice es de promoción, no de repitencia; en segunda instancia reza que se deben agotar todos los caminos y oportunidades para que el estudiante apruebe; entonces la pregunta sería, que hacemos si el estudiante no quiere?, será que tenemos que perseguirlo hasta la casa y preguntarle el resultado de sumar dos pollos con dos gallinas?, eso es lo que el decreto nos quiere decir.
La falta de planeación y previsión de la ex ministra de educación en relación a las consecuencias de cambiar tan drásticamente la legislación educativa han hecho que toda la comunidad educativa se encuentre en dilemas administrativos y éticos en relación a la promoción de estudiantes que obviamente han vivido toda su vida bajo el proteccionismo del decreto 0230, muchachos han aprobado cursos sin alcanzar las competencias básicas, algunos cuantos no saben leer ni escribir y cursan grados de la básica secundaria, no han perdido el año porque seguramente son muy tranquilos o juiciosos o como se les quiera llamar; los docentes se crearon traumas relacionados con la falta de motivación y esperanza en la profesión, crearon en sus estructuras mentales porcentajes de aprobación, crearon falsos imaginarios acerca de las implicaciones legales de reprobar un estudiante, nos curtieron con el miedo de la evaluación de desempeño y ahora solo tienen docentes que no saben que hacer con la libertad; es cierto que estamos en un año de transición, ya el ministerio quiere volver a la andanzas de los últimos 10 años, ya estamos perdiendo la oportunidad de mejorar la calidad académica de nuestros ciudadanos, pero todo se perderá porque no estamos preparados para asumir el reto y la responsabilidad de promover y no rajar a nuestros estudiantes.
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